Bien me podrías preguntar qué hago aquí sentado, en los balcones de este cañón, y calmadamente te contestaría, estar a solas conmigo mismo. Me allegué a la balconada, caminando desde Ucero, el pueblo de mis padres, fui por La Senda del Vallejo, con un paso tranquilo, hasta atravesar la ruta de Las Gullurías, momento en el que me detuve unos instantes en su mirador.

Luego, jalando el borde de los quebrados, fui recorriendo el camino de la entrada del Cañón, en sentido contrario. Las vistas eran magnificas. Abajo, no quedaba ya nada de los chopos que antaño, en otoño, generaban una serpiente multicolor en la ribera del rio ascendiendo por el Cañón, un contraste precioso entre sus hojas marrones y amarillas y los verdes naturales de los enebros, pinos y abetos, que los circundan.

Mucho os podría contar de este lugar al que me acerco siempre que tengo oportunidad para perderme en él e impregnarme del majestuoso y profundo silencio, que aquí como casi en ningún otro lugar puedes sentir. Silencio ocasionalmente roto, por el silbido de las alas de un buitre que planea sobre mi cabeza en busca de una corriente térmica que le haga ascender.

Es en el corazón de la península, en este enclave castellano leonés, en las sierras de pie de monte que separan las estribaciones de la Cordillera Ibérica y la alta meseta del Duero, donde encontramos este precioso lugar recónditamente escondido. Lugar que da pie a numerosas leyendas, donde el discurrir del Rio Lobos, ha ido horadando el terreno kárstico, (terreno de composición caliza), que lo sustenta. Esta erosión fluvial que se sucede desde antiguo, ha dado pie a un profundo cañón, del cual toma su nombre.

El Río Lobos, que forma parte de la cuenca del Río Duero, nace en Mamolar (paraje de Mata Blanca, en la provincia de Burgos) y desemboca en el nacimiento del Río Ucero, a los pies de la Galiana, en la localidad del mismo nombre, Ucero (en la provincia de Soria). El río se encajona desde Burgos y continúa horadando las calizas cretácicas en Soria recorriendo más de 25 km.

Esta formación es espectacular fruto de la doble acción erosiva de desgaste, la que realiza el propio rio, y la de disolución de la roca por el agua. Siendo más notable el hundimiento del lecho al ceder las grutas subterráneas que había formado el agua previamente. Por ello podemos apreciar las típicas zonas cóncavas, llamadas lermas en los flancos de este cañón, las cuales aparecen surcadas, veteadas, teñidas de óxidos y envejecidas de grises, por las aguas que escurren por las laderas y los cortantes. Todo el cauce del rio está formado por calizas mesozoicas, que han dado pie por la horadación del agua a profundas paredes o farallones que se elevan por varias decenas de metros sobre el suelo.

Este espacio natural fue declarado parque natural el 10 de octubre de 1985, pasando a denominarse, Parque Natural del Cañón del Río Lobos, del cual, aproximadamente dos tercios de su superficie se ubican en la provincia de Soria, y un tercio se sitúa en la provincia de Burgos. Posteriormente, en 1987, se le declaró Zona de Especial Protección para la Aves (ZEPA). Comprende una superficie aproximada de 12.500 has.

Toda el área es un inmenso karst con muchas cuevas y simas, además de sumideros. El sistema de aguas subterráneas y acuíferos es muy complejo. El parque está repleto de aguas escondidas y de cuevas de incalculable valor geológico, algunas de entrada prohibida, por su riesgo y/o peligrosidad para el no iniciado en la espeleología. En la parte más baja del cañón, encontramos el terreno aluvial, donde en ciertos lugares también se pueden distinguir estratos de margas, arcillas y conglomerados del cretácico inferior.

Es en la parte media del cañón donde abundan en su mayoría las calizas nodulosas y micriticas, con lacazina del cretácico superior, con las capas de derrubios que provocan las erosiones debido al ciclo hielo-deshielo y por último, en la parte más alta las calizas pueden ir acompañadas por capas de arcillas, arenas y conglomerados.

Todo este acuífero, kárstico, calizo, que es el cañón está formado por calizas del cretácico las cuales se apoyan sobre una base impermeable de margas. Esto le hace ser vulnerable a la contaminación ya que su parte no saturada no depura de manera idónea el agua que le llega. Es por esta razón que se vigila de cerca los vertidos de las fábricas alojadas en los pueblos cercanos.

Sigo mi inusual camino a lo largo de los colgados, pudiendo ver a mis pies, el puente del nacedero, lugar donde nace el rio Ucero y enfrente la galiana, que con sus casi 1216 metros, se alza por encima de mí en la vertiente contraria. Poco a poco, y siempre por los riscos me encamino en dirección a Ucero, donde tengo morada. El castillo de Ucero, con su torre del homenaje se alza imponente coronando la meseta que se eleva sobre el pueblo. Puedo ver su estado después de la restauración a la que lo han sometido para preservar su buena conservación y fomentar las visitas del turismo a sus aledaños.

En el sotobosque, puedo ver a doscientos metros enfrente de mí un precioso corzo adulto, el cual al cambiar la dirección del viento y olerme emite un bramido asustado, resonando sus ecos por todo el lugar, al tiempo que sale corriendo para evitarme, mientras sigue emitiendo bramidos ensordecedores que alertan a todos los corzos de los alrededores.

Caigo por un valle entre los cortantes,  y camino por el principio de la ruta de las gullurias, para salir a la piscifactoría. Este es un edificio enorme, antigua chocolatería y ahora centro de interpretación, el cual se ha convertido en la casa del parque. Casa donde a los viajeros les muestran como es este cañón, y les explican a modo de oficina de información, las diferentes rutas que pueden ver y las especies de fauna y flora que hay en estos páramos.

Voy dejando atrás la casa del parque para adentrarme en el pueblo de Ucero. Pueblo a los pies del castillo y por el que discurría el antiguo acueducto romano que transportaba agua desde el nacimiento del rio Ucero, en la base de la galiana hasta Uxama, 15 kilometros más abajo y del cual aun podemos ver sus restos en el paso escavado en la roca que atraviesa una de las montañas que circunscriben este término municipal.

¿Por dónde empezaros a contar de este lugar tan bello y singular?

Hay numerosas sendas o rutas creadas desde que se procedió a delimitar las sendas de paso, para poder proteger el entorno de la mala educación medioambiental de las personas. En función de las edades de los visitantes y el tiempo disponible, se pueden programar diferentes aventuras. Lo más cómodo o sencillo, es entrar con el propio vehículo en el cañón, y recorrer el camino rural, hasta llegar al parking de estacionamiento obligado, en donde dejaremos nuestro vehículo y continuaremos a pie por unos 800 mts hasta llegar a la ermita de San Bartolomé. Allí podemos apreciar tan singular espacio y continuar por 1 km y medio más hasta el colmenar de los frailes. Momento en el cual podemos elegir emprender el regreso hasta nuestro vehículo. Esta ruta nos es sencilla si vamos con niños o con personas mayores, pues en todo momento tenemos relativamente cerca nuestro coche.

Si vamos en grupo, pero no tenemos muchos días, podemos jugar con los coches, empezando el recorrido en el puente de los siete ojos y dejando vehículos a ambos extremos, en el parking del lado de Ucero y en el parking del puente de los siete ojos, de este modo realizamos en una sola vez el  cañón entero en su tramo soriano, evitando tener que recorrerlo dos veces, mientras los conductores recuperan sus coches al final de la jornada.

Alojados en la zona por unos días, yo probaría diferentes rutas, alternándolas con la visita de otros lugares de la provincia que realmente merecen la pena. La ruta más recorrida es la senda del río, que recorre el cañón en su totalidad, pero puedes encontrar otras 14 rutas más a recorrer.

Además, hay cinco miradores oficiales en el parque natural: el mirador de Costalago, el mirador de la Lastrilla, el mirador del Castillo, el mirador de la Galiana y el mirador de las Gullurías. A los cuatro primeros se puede acceder en coche, mientras que al último sólo se puede acceder a pie. Y digo oficiales, porque allí donde te detengas construyes tu propio mirador particular para disfrutar de las increíbles vistas.

La zona más visitada del parque natural del río Lobos es el entorno de la ermita templaria de San Bartolomé. Esta área se encuentra a 3,5 km de la entrada desde la Galiana, en la explanada que se extiende frente a la Cueva Grande, la cual cuenta con pinturas rupestres.

Había temporadas en mi vida en las que me llenaba de ruido, de estrés, en esas temporadas, me iba a pasar unos días a Ucero. Empezaba el primer día, realizando un paseo de 4 km, que me llevaba desde el pueblo por la senda del Vallejo, hasta la ermita de San Bartolomé. En el primer kilometro y medio, de éste pasear sigo pensando en las múltiples cosas que tengo pendientes, sin apenas poder disfrutar del paseo, del entorno, de mi respirar y de los aromas que hay por doquier. Pero cuando estoy llegando a los pinares por los que bajas al valle, te encuentras con el silencio y la paz de los pinos. En ese punto es cuando empieza a volver el silencio y empiezas a desconectar de todo lo que llevas en la cabeza, aun así, no es hasta el segundo día, cuando en mi siguiente paseo me libero de todo el ruido y me quedo vacio, para disfrutar por fin de mi y de este entorno mágico.

El cañón es un lugar precioso, encantador, del que te enamoras y quieres volver más veces,  pues lo que sientes aquí, lo quieres volver a experimentar. Tienes diferentes modos de recorrerlo, y yo te recomiendo que lo hagas siguiendo el rio, por la senda más cercana a este. Otro paseo bien bonito es por encima de las balconadas, pero en épocas de reproducción de las aves ponen cuidado de acotar este paseo, el cual también tiene su riesgo por los quebrados de los riscos y por las simas de las cuevas.

Recorrer los pequeños valles que van a desembocar al cañón también es muy hermoso, pues te rodeas de naturaleza, de aromas, de tranquilidad, de ti, y disfrutas mucho de un entorno rico en sensaciones.

El rio se puebla de nenúfares, eneas y lentejuelas, mientras que truchas y barbos surcan sus profundidades. Las ranas con su croar se pueden oír en todo el cañón, mientras las culebras las vigilan por tan preciado manjar. Con el paso del tiempo y paciencia, puedes ver a alguna nutria que se entrega a las aguas en busca de alimento. Entre los juncales y en las riberas, las mariposas surcan los aires y las libélulas se mueven en su típico vaivén. Los fresnos y sauces rodean la riberas del rio, y en las praderas te encuentras los chopos y los álamos, así como enebros y algún que otro pino. Las orillas del rio están pobladas de ranas y culebras de agua. Además de pequeños roedores que deambulan por la pradera mientras la víbora hocicuda aspira los aromas del aire con su lengua, en busca de ellos. En los pinares cercanos, las ardillas coronan los árboles, evitando al zorro en su acomodo entre arboles. Toda la fauna usa el rio como acuífero, y de éste modo, la población de jabalíes y la de corzos, bajan a calmar su sed, así como los zorros y algún que otro lobo. Es frecuente encontrarte pasando por el parque algún rebaño de ovejas que con su yantar mantienen bajo el matorral previniendo de posibles incendios.

Entre las aves el buitre leonado es el que llama más la atención por encontrártelo en todo momento en el camino del parque, oteando desde lo alto de las balconadas o desde lo alto de los farallones que es donde anida, o bien surcando los cielos buscando las corrientes térmicas para ganar altura sin esfuerzo y otear los rincones lejanos en busca de alimento. También el quebrantahuesos, el águila culebrera, el águila real, y la calzada están presentes, así como el halcón peregrino, el azor, el cernícalo y aves nocturnas como la lechuza, el búho real, el cárabo, el autillo y el mochuelo, al cual le puedes escuchar a cada rato según cae la tarde. Las alondras en el medio estepario, en el bosque los picogordos, y en los cantiles la chova pelirroja, además de perdices o codornices que dejan los campos de labor para adentrarse a los montes bajos. El conejo y la liebre no faltan por los campos, vigilados por comadrejas, garduñas, tejones y zorros. Los murciélagos en la noche abandonan las cuevas cercanas para surcar los aires en busca de insectos.

En alguna ocasión te puedes encontrar alguna cigüeña, alguna garza real, y algunos patos y pollas de agua.  

En la senda de las gullurías o en la senda que va de Ucero al parque, puedes encontrar a ambos lados, gran variedad de aliagas, romero, lavanda, espliegos, salvia, y allí donde hay roquedal,  en su época tienes té y manzanilla. También en estos roquedales cercanos te puedes encontrar los “zapatitos de la virgen” y el “ombligo de venus”.

Cuando se abren claros te encuentras con matorral bajo y enebros, gayubas, aliagas y sabinas. Al atravesar el monte descubres pinos, quejigos y encinas y es en otoño y primavera tras las lluvias cuando puedes encontrar níscalos entre los pinares y hongos, así como una gran variedad de setas en las praderas.

Pero ¿cómo os puedo contar lo que se vive en estas tierras?

A unos 2,5 km del municipio de Ucero se abre éste cañón, allí donde el rio Lobos se entrega al rio Ucero aumentando el caudal de éste último, a los pies de la galiana, y tal vez en otro tiempo llamada, el monte del justo, recibiendo el nombre de Galiana en la forma de convertir el vocablo árabe a la dicción castellana. 

Es a sus pies, donde encuentras en la orografía soriana un enclave mágico, lleno de misterio, leyenda, con un entorno natural precioso y enriquecido por su fauna y su flora.

Cuida las puertas del Cañón, la fortaleza templaria de Ucero, el castillo de la villa, que corona majestuoso el pueblo que lo da nombre. Castillo que pudo ser construido sobre las ruinas de alguna fortaleza anterior, aprovechando el lugar que ocupa, dando sentido a algunas lenguas que dicen que en sus mazmorras terminó Almanzor después de ser derrotado en la batalla de Calatañazor. A los pies del castillo te encuentras la villa de Ucero, dividida en dos lados por el rio del que toma el nombre. La Villa ahora poblada por poco más de 100 habitantes, fue en sus tiempos hogar de reyes pescadores y de amantes frugales, que encontraban en este entorno el divertimento de la pesca y demás lides. Habiéndose encontrado en torno a su cementerio, restos de cementerios visigóticos o celtiberos y en las tierras de la vega, claustros romanos con mosaicos. El castillo de Ucero estaba hace poco siendo restaurado para mantener su gran estado de conservación, y favorecer así el acceso de visitantes incrementando el rico turismo de la zona. Se contabiliza el paso por el cañón de más de 10.000 visitantes al año. Este promontorio se enseñorea sobre el centro de interpretación y la huelga, mostrándonos aún la variedad de chopos que anegan la fértil tierra.

Muchos son los parajes bellos que hay en la geografía española y todos son diferentes, especiales, únicos, y esta diferenciación es lo que hace que la comparación entre unos y otros sea banal. Pero cuando entro en el cañón, me lleno de un respetuoso silencio. Este valle poblado desde antaño, y que guarda pinturas neolíticas, albergó en su interior, el paso de diferentes culturas y asentamientos. Lugar de frontera en tiempos de la reconquista nos da un aire del celo con que es guardada esta rica perla de la naturaleza.

Ya terminé de comer, ¿recordáis?, iba camino del pueblo tras el paseo cautivador de la mañana en el que me entretuve meditando en las cornisas. He hecho algo de sobremesa y antes de que caiga más la tarde saldré a pasear. Esta tarde no subiré al castillo, cogeré el coche para acercarme a la ermita.

Dicho y hecho. Salgo en dirección al cañón, dejo a mi derecha el castillo arriba y la piscifactoría abajo, y recorriendo unas pocas curvas aparezco en el puente del nacedero, en donde giro a la izquierda y entro por el camino rural, comenzando mí transito por el cañón. Apago el reproductor de música, y bajo las ventanillas, para disfrutar de los aromas y del silencio, el cual se hace más profundo y más integro e inconfundible según te sumerges en el valle encantado.

A ambos lados los farallones delimitan el contorno, mientras las pendientes llenas de enebros, pinos y matorral, con sus pedregales se dejan ver un poco más abajo, cayendo ásperamente hasta el llano del rio. Los buitres sobrevuelan como eternos vigilantes el cielo, los chopos recién sembrados, crecen por doquier. Poco más adelante paso el primer parking, y me dirijo al segundo, el de valdecea, lugar donde dejaré mi coche. En este recorrer, paso por debajo de una gran roca cortada en una curva, pedrusco que es conocido en el lugar como “cabeza de franco” por su forma, y dejo a mi izquierda las lagunas pequeñas que se abren en el parque. Lagunas donde de niños nos bañábamos en verano, aunque el agua no estuviera nada caliente. A sus lados puedo entrever la senda que recorre todo el cañón bordeando el rio. Llego al parking de valdecea, lugar donde antaño hubo un pueblo que termino desapareciendo, entorno poblado de pinos. Cojo la cantimplora, me dirijo a la fuente cercana y la lleno de agua, para después tomar la senda del rio. Un poco más adelante me encuentro cruzando con grandes zancadas las piedras habilitadas para jalonar el curso del rio y acceder a la otra orilla, donde está la senda que sigue su curso.

Al poco de recorrer la primera pradera, entre en el claro oscuro de la senda, a un lado están los pinares, al otro la pradera con el rio. Continúo en dirección a la ermita, es un paseo silencioso, donde de nuevo vuelvo a identificar los pulsos de silencio, pues de muchos por aquí es sabido que en este entorno, cada pocos minutos, todo se queda en silencio, para después sentir ese gran silencio roto por el canto de algún ave o por algún otro ruido.

Voy recorriendo la orilla del lobos y puedo ver la ermita a lo lejos, paso por debajo del eterno monolito que se alza a los pies de los guardianes, para recorrer los últimos pasos antes de la pradera de la ermita. Al fondo a la derecha se puede vislumbrar la cueva.

En mi paseo, hoy no encuentro apenas visitantes, el lugar esta virgen de sonidos, me lleno de este sitio que me renueva. Un “axis mundi”, lugar donde se une el cielo y la tierra, para unos,   y un “mundus patet”, lugar de conexión entre tres mundos, para otros,  el entorno no nos deja inalterados.  Con un menhir en forma de falo masculino un poco más adelante en mi camino y una cueva a modo de vulva al fondo, este lugar combina lo masculino y lo femenino en un hito romántico y casi sexual de la naturaleza. Este conjunto que desde tiempos antiguos los arévacos lo podían utilizar como altar a su Dios Lug en sus rituales, y posteriormente oras culturas transformarlo en un altar al sol, o Apolo romano, o un otero a los cielos, nos deja con la intriga de ir más allá en su misterio. Mientras absortos y ahítos nos embriagamos con su belleza.

Al fondo de la pradera, la ermita reclama su espacio, en frente  de ella, se suspenden dos troncos gruesos y gastados troncos, sujetos con estacas que les impiden caerse. Restos de los dos viejos olmos que se plantaron allí hace muchos años y que hace no menos de treinta murieron por una enfermedad que casi acabó con todos los olmos de la provincia. Olmos que crecieron más y mejor que el resto pues fueron plantadas sus semillas en dos centros telúricos, para de este modo extender el telurismo de esos puntos y dar a los arboles unas cualidades especiales, quien sabe si mas sanadoras de por sí.

Un lugar místico para muchos es este lar, puerta a otras dimensiones, el cual para mi es uno de los centros sagrados de esta península, y si hemos de apuntar que la península ibérica al igual que un cuerpo, tuviera sus chakras energéticos, éste punto es para mí el de la voluntad.

Lugar de equilibrio, lugar neutro, donde dos energias tienden al equilibrio, y donde los neófitos, se adentraban por temporadas para alcanzar el grado de Maestro, un lugar donde se unen el cielo y la tierra y el neófito busca aceptarse si mismo en su humildad y hacerse Hombre.

Según contemplamos la ermita, nos llama la atención sus pentalfa o estrellas de cinco puntas dibujadas a modo de ventanales o hastiales para iluminar el interior. Pentalfas ribeteados en corazones, que nos recuerdan de la protección del lugar donde estamos. Pentalfas que te dicen, “se humilde” si quieres pasar.

Muchos que recorren el sendero del espíritu, se allegan hasta aquí en ciertos momentos de su vida, para aliviar la sed de su alma, tomando las energías del sitio. Es entonces cuando sienten que quieren volver, pues sienten una paz y unas sensaciones que vivirán en ellos mucho tiempo. 

Tierra de jueces y guardianes donde cada piedra parece mirarte y cada árbol escucha tus pisadas, te adentras en la naturaleza de tu yo, mientras recorres tus propias sendas y tus pasos discurren la senda del cañón.

Cuando haces crecimiento interior, llega un punto donde el ego es derrotado, y la naturaleza inferior del hombre es puesta al servicio del alma, en ese tiempo es cuando el camino psicológico ha trascendido los tres primeros chakras y con humildad, creyendo en sí mismo, el neófito, recorre el puente psicológico que separa el tercer chakra del cuarto. Entonces la sencillez y la humildad pueblan su rostro y al amor en su forma libre llena el cuerpo y la mente del  discípulo.

Es en esos momentos de entrega al alma donde el aspirante a maestro se enfrenta a sí mismo, a su pentalfa interno, a su ego, en una lucha con su propia voluntad, con su poder, entre lo que es y lo que quiere ser. Una lucha donde ha de nacer su sencillez, su humildad, en busca de hallar la forma de establecerse en la estrella de seis puntas, sabiendo unificar su naturaleza inferior con su naturaleza superior, superando así el pentalfa. Venciendo de esta forma al mago que hay en sí mismo, mago que quiere gobernar sobre la naturaleza inferior de las cosas y que esta ahíto de poder.  De este modo, sabiendo creer en sí mismo desde su sencillez, escapándose de la presencia del yo, camina para adentro para entrar en comunión con su alma y vivir desde ésta. Equilibrando así la triplicidad de su naturaleza inferior y preparando la morada del espíritu.

 

Muchos lugares los erigieron los maestros constructores en otra época, facilitando la acumulación de energías, para elevar la vibración de los cuerpos y trascender a otros estados de conciencia. Sitios guardados celosamente. Lugares en los que en cada uno de ellos, se trabajaban diferentes aspectos de la psicología del individuo y de los diferentes grados de la sabiduría oculta. Lugares con diferente vibración en función de la numerología elegida por el constructor al realizar su edificio.

Este lugar, dedicado en otros tiempos como altar al Dios Lug y donde el enrejado de las líneas energéticas, junto con las corrientes de agua, forman puntos telúricos de gran intensidad, crea un corazón energético que equilibra los opuestos. Lugar místico donde los haya, en el que se abre majestuosa una cueva que honra las energías de la madre, las energías femeninas, con forma de vulva y que encierra numerosos secretos. Puerta  a otros lares, lugar guardado a los ojos del profano.

Pasaron casi 32 años hasta que pude ser consciente de la energía, del telurismo y encontrar por mí mismo, sin varillas de radiestesia los puntos telúricos de lugar. Después de convertirme en mi propio iniciado para hallar un saber oculto, desde el que contemplar con nuevos ojos lo que se veía antaño de un modo natural. Tuve que dedicar lecturas a descubrir en algún modo el secreto de los constructores, dícese templarios o pagados por estos, los cuales construyeron en este  lugar un monasterio, llamado de san Juan de Otero, teoría esta rebatida por muchos, lugar que forma parte de uno de los pasos al camino de Santiago. Fueron en otros casos las meditaciones en el lugar las que me abrían las puertas a nuevos modos de entendimiento.

Cañón al que me allego en busca de una meditación ligera o profunda para entrar en contacto con la naturaleza, fusionarme con ella y recuperar mi sentir. En un entorno que clama a silencio, a paz, a neutralidad, donde las energías masculina y femenina se entregan al equilibrio y lo superior y lo inferior se fusionan hasta hacerse uno.

El corazón mágico de la península, lugar energético  que te deja impactado por lo que sientes al contemplar ese entorno cuidado y protegido. Ermita que continua con la eterna lucha por su propiedad, lucha entre la iglesia y el vulgo, lucha entre unos poderes y otros, repitiendo los ciclos históricos por los que pasa Ucero y sus dominios y cuya repercusión no pasa desapercibida.

¿Qué os puedo contar de esta Ermita?

Bien puedo daros apuntes de todo aquello que he leído, para reconduciros a investigar en las mismas lecturas que yo encontré y que pueblan internet, y también puedo contaros mis confirmaciones personales acerca de lo que yo he encontrado en el lugar en base a mi experiencia, hechos no demostrables científicamente, pero que al compartirlos con otras personas resultan ser naturales para muchos.

La Ermita es de origen templario, o financiada con sus bienes, fue construida en el primer tercio del s. XIII por canteros que procedían de la cofradía de constructores aquitanos, franceses, llamados “hijos del maestro Jacques”, (Jacques es Santiago en francés). Lo deducimos si nos fijamos en el crismón que preside el edificio, él cual es también un símbolo del camino francés dentro de los caminos de Santiago.

Su estilo oscila entre el románico tardío y el protogótico. Servía de enlace con el camino francés hacia Santiago y pudo ser albergue de peregrinos. Además de considerarse el lugar donde se situaba el monasterio de San Juan de Otero de la Orden del Temple, lo cual brindaba más seguridad si cabe a los peregrinos y un merecido descanso. Encomienda templaria que dicen estaba aquí o a lo sumo en la planicie del castillo de Ucero, pero seguro que dentro de la diócesis de Osma.

El templo  se compone de una planta de cruz latina, ábside semicircular con bóveda gótica, y una bóveda de medio cañón apuntado, todo ello sobre sillería de piedra caliza, jalonadas de las marcas de los canteros y de los gremios de constructores. Las capillas laterales del crucero son más bajas que la central y se iluminan con sendos rosetones abocinados en el exterior y cubiertos con una celosía en piedra. En esta celosía diez corazones forman un pentalfa o estrella invertida con un pentágono central. Estos corazones están enmarcados dentro de tres arquivoltas circulares concéntricas y en la más exterior puedes distinguir 66 motivos, configurando todo ello un hermoso  y significativo mandala. Dicho mandala nos puede dejar entrever significados esotéricos e influencias árabes.

En los tejadillos hay un gran número de canecillos, unos lisos y otros con figuras o motivos. En el lado norte tiene una capilla de reciente construcción, Además la fachada oeste fue reconstruida a mediados del siglo xx. En el primer capitel interior de la izquierda de la puerta de entrada se encuentra labrada la más criptográfica de las cruces templarias, la «Cruz de las Ocho Beatitudes», símbolo ineludible de la orden del temple y nos cuenta del arraigo de este templo dentro de la Orden.

Dos santos aparecen en el lugar: Santiago apóstol, del cual hay una leyenda en la zona y que tiene una iconografía en el altar mayor y San Bartolomé  que está representado en un bajorrelieve del altar mayor. Como apunte, San Bartolomé, fue un santo que en su martirio fue desollado vivo, lo cual se puede asociar a las corrientes esotéricas alquímicas y a la sabiduría de la serpiente.

Se omite cualquier referencia a San Juan, cuya fecha de santoral se da entre medias de los anteriores citados, salvo que el propio templo este bajo su advocación. Dicho santo si aparece referenciado como nombre de la parroquia de Ucero,  y en dicha iglesia, a ambos lados del mural de su altar mayor se pueden encontrar dos puntos telúricos de carácter contrario, positivo, negativo, masculino  y femenino. Además en su fachada puede observarse una estela en la que puede advertirse la forma de una cruz templaria, indicándonos la posible relación de esta iglesia con la anterior construcción.

En la ermita, el día 24 de agosto se celebra una romería en la que se pasea a la virgen de la salud, imagen situada dentro del templo y ante la que la gente se apresta a rezar. Situándose a unos dos metros escasos de ella, encima de una losa en el suelo, piedra ésta diferenciada por  un dibujo y en la que se puede sentir un alto grado de de telurismo, los creyentes murmuran sus rezos y sus peticiones a la enigmática Virgen de la Salud. Los templarios solían poner en sus templos imágenes en puntos que estuvieran a cierta distancia de un punto telúrico de propiedades específicas, para propiciar la recuperación de las personas o motivar su fe gracias a las sensaciones que tenían al rezar ante dicha imagen, mientras estaban sobre dicho punto.

Según estudios realizados por Rafael Fuster, la ermita esta a 532 km con 744 mts del cabo de Creus, Gerona, y a 532 km con 793 mts del cabo de Touriñan, A Coruña, teniendo casi una equidistancia a ambos lugares. Siendo estos dos cabos los delimitadores o puntos más alejados de la península ibérica en los tiempos de la construcción del templo, distancias que dieron pie a que Atienza postulara sus teorías acerca de la relación de la ermita templaria con otros lugares de la Orden y que contaba la genialidad de la construcción en la línea ley que pasa por aquí. Es también de interés, leer los últimos estudios arquitectónicos de la ermita realizados por Rafael.

Una parte del misticismo afirma que en la noche de San Juan se ve desde este enclave la constelación Sagitta (La Flecha), que señala al norte el Camino de Santiago. Y algún que otro curioso puede hallar marcas a modo de constelaciones en los sillares calizos que sustentan el templo.

Mucho más os podría transcribir de este lugar y su entorno, de mis visitas nocturnas, de las múltiples experiencias místicas que he podido vivir aquí, de lo que es para mí este lugar, pero te dejo en ti la inquietud de descubrirlo por ti mismo, y caminar sus sendas que no son otras que el propio camino a tu corazón.

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