Recuerdo cuando en la edición de abril del 2017, hablábamos de “La Varroa”, cómo uno de los principales problemas que tenían nuestras abejas y nuestros apicultores.
Recuerdo como tocamos todas las vertientes que producían la desaparición de la población de abejas en España. Un poco después de despertar este alarmismo social o más bien tratar de concienciar a la población española de todo aquello que podíamos hacer para frenar la desaparición de nuestras colmenas y reforzar su sostenibilidad, salimos en la edición de julio de 2018, donde explicábamos el terrible problema de la despoblación rural en España, creábamos de nuevo un alarmismo o una conciencia social, exponiendo la situación de nuestros pueblos y los enormes espacios vacíos. Comentábamos las estadísticas y entrevistábamos a alcaldes de poblaciones en riesgo para saber qué medidas estaban tomando en dichos municipios de Castilla y León, y nos informaban de las ayudas que recibían a nivel estatal, y del compromiso del gobierno con la pérdida de identidad de las zonas rurales y el grave descenso poblacional.
Acompañábamos esa edición de un concepto de sostenibilidad “La Permacultura” cómo una solución para frenar la despoblación rural y buscar un retorno de la población a los medios rurales, creando entornos económicos sostenibles, donde aún con pocos recursos económicos, el cultivo de la tierra favoreciera la sostenibilidad de las familias.
Fue en nuestra anterior edición cuando seguimos promoviendo ideas para crear esa sostenibilidad del medio rural. La entrevista a Oriol Costa, nos permitió mostraros EcoRegió, esa iniciativa que se estaba dando en tierras catalanas y que provenía de Alemania. Aportábamos de nuevo una idea que se podía extender a otras provincias y que sirviese de apoyo a la no desertización poblacional de nuestro medio rural, creando entornos sostenibles.
El calado de la despoblación es profundo, es un tema controvertido y pasa por encontrar todo tipo de soluciones que eviten que la población joven deje sus pueblos y que la población que esta masificada en las ciudades encuentre una nueva forma de retornar al campo y vivir en los pueblos, compartiendo las tradiciones y el folklore popular.
Pero ante esta despoblación, ante esta grave crisis del medio rural, hay un hecho que es fundamental, y que se tiene que contemplar, pues por muchas vías de sostenibilidad que se creen, por muchas grandes ideas que se implementen, el hecho es que sin la mujer no hay vida, ni en las zonas rurales ni en las zonas urbanas, pues son ellas las que traen al mundo a nuestros hijos, son ellas, las que hacen aumentar la natalidad y población.
En este sentido, si contemplo determinadas zonas o poblaciones de la provincia de Soria, por ejemplo, puedo encontrar que la población masculina supera con creces a la femenina y que en algunas poblaciones la diferencia de edad es notoria entre ambos sexos. No pudiendo formar parejas y si las crean no pueden tener hijos, aunque si acompañarse en la edad madura.
La idea es clara, se necesita a la mujer en los entornos rurales como un medio de sostenerlo todo, un medio o una fuente para dar vida a los pueblos de la manera en la que la naturaleza femenina es y sabe ser, siendo mujer y madre, y al mismo tiempo trabajadora o empresaria del medio rural. Si contemplamos que la ausencia de abejas puede producir la extinción de la vida en la tierra en base a la ausencia de la polinización de las flores, la ausencia de la mujer y de su fertilidad, determina la extinción de la especie humana. Tratábamos en esas ediciones anteriores los éxodos poblacionales y el porqué de la situación actual, y cómo estamos de algún modo buscando una vuelta al campo.
Todos sabemos, que son las mujeres las que en nuestra sociedad se encargan de amamantar a nuestros hijos y cuidarlos y que el momento económico actual requiere que los dos progenitores trabajen para poder tener una vivienda y una economía sostenible. Esto implica que la mujer se tiene que desdoblar y ser capaz de atender a los hijos, cuidarlos, atender a sus mayores y al mismo tiempo realizar el mismo trabajo que un hombre.
En el medio rural ocurre lo mismo que si fuera una ejecutiva del más alto nivel, las decisiones son las mismas, cuidar de tus hijos y trabajar para mantenerlos. Sólo que la tierra o el ganado puede ser a veces un trabajo más pesado o de mayor esfuerzo física. Sea como fuere nos encontramos a una mujer infravalorada culturalmente y desfavorecida en los núcleos rurales. En contraposición con la mujer de este siglo que se siente capaz, apta, libre y que por encima de todo se siente mujer y no precisamente débil.
Es por esto que se crean iniciativas para que la mujer se empodere de su espacio en el campo como, por ejemplo, AFAMMER una organización pionera en España que nace en 1982 con el objetivo que las mujeres rurales dejen de ser invisibles y que su voz se escuche en todos los foros nacionales e internacionales. Treinta años después podríamos decir en virtud de la trayectoria seguida por esta asociación que lo han conseguido con creces, llevando la voz de las mujeres rurales a toda la comunidad nacional e internacional.
Del mismo modo surgió AMFAR que nace en septiembre de 1991 en Ciudad Real. Es en esta tierra, donde un nutrido grupo de mujeres, se reúne por primera vez, ante la necesidad de constituir una asociación que trabaje en defensa de los derechos e intereses de la mujer rural española. Dieron los primeros pasos para llenar el vacío asociativo que existía en España con respecto al colectivo de mujeres rurales, convirtiéndose en la primera organización que saca a la luz las discriminaciones que sufre el colectivo de casi seis millones de mujeres rurales españolas. Un colectivo olvidado e invisible ante la administración y la sociedad española, pero que AMFAR considera vital para el mantenimiento de las zonas rurales y de las explotaciones agrarias. Cosa que a mi modo de entender es sencillo de aceptar, si no hay mujeres en edad fértil, no hay nacimientos, luego no hay una natalidad que repueble los medios rurales. Además, se deben de crear una serie de medidas y ayudas que ayuden a que las mujeres puedan ser madres con una seguridad que las permita abandonar las labores del campo en los meses en los que la gestación está más avanzada.
Sumo y sigo con CERES, “Confederación de mujeres en el medio rural”, que nace en el año 1998 donde un grupo de mujeres se unen para reivindicar los derechos profesionales de las campesinas y dar cobertura a las necesidades y expectativas de las mujeres que viven en las zonas rurales.
Como todas las asociaciones que os voy nombrando buscan una igualdad real y efectiva de oportunidades entre hombres y mujeres, una visibilidad de la mujer otorgándola el valor que merece. Con los años se han seguido formando asociaciones como FADEMUR, “La Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales” mujeres que viven en el medio rural y que exigen igualdad y progreso, igualdad en su trabajo en las explotaciones agrícolas, ganaderas y en el resto de actividades industriales o de servicios del mundo rural, buscan una igualdad en el apoyo social a la mujer rural y un progreso para sus pueblos y su realidad socioeconómica.
No podemos dejar a un lado la iniciativa de 200 mujeres que se unen para formar “Ganaderas en red”, que son un colectivo de mujeres profesionales de la ganadería extensiva que se apoyan entre ellas en todo momento y que buscan que su voz se oiga en las instituciones y en los hogares rurales.
Mujeres que aman una profesión sacrificada y de gran esfuerzo, y que cada día con su trabajo contribuyen al bien común. Mujeres que disfrutan con su labor, que quieren erradicar la desigualdad de género y la invisibilidad de la mujer y de su labor en el medio rural. Una invisibilidad que implica una ausencia de valor a la labor de la mujer en la sociedad rural o urbana.
Por estas y otras razones las mujeres se van asociando a lo largo del tiempo y trabajan conjuntamente para dar un valor al papel de la mujer en la sociedad y en la fijación de la población en el medio rural. Iniciativas que han surgido desde las mujeres, como núcleos desfavorecidos en el medio rural que buscan un desarrollo sostenible y llegar a tener el valor real que se le ha de dar a la mujer como madre y trabajadora, sabiendo que, sin su vivir, las zonas rurales estarían con el tiempo extintas, sin población.
Adquirida esta base femenina para reforzar la actuación en los medios rurales, es ahora cuando surgen todo tipo de iniciativas para mantener a la población rural en los pueblos y darlos un trabajo que les haga vivir en sus localidades. La nueva demanda del mercado de productos Bio y Eco, hace que el cultivo del campo pueda tener una salida en los mercados y con ello el cooperativismo rural pueda imponerse a la despoblación del medio.
Muchas personas están vinculadas a ganar un pulso al tiempo y una mejora a nuestro entorno, podemos así mencionar a la Fundación Entretantos, surge en mayo del 2012 y se ha posicionado como un referente a nivel del estado en materia de agroecología y sostenibilidad urbana, fruto de su intenso trabajo en los últimos años. Una fundación que facilita los conocimientos necesarios y la dinamización de plataformas de investigación y coordinación en torno a los bienes comunes, como instrumentos demostradamente eficaces para garantizar la sostenibilidad y la conservación de la biodiversidad en la gestión del territorio y los recursos, concretamente mediante una estrecha colaboración con la iniciativa Comunaria. Esta fundación desarrolla una potente actividad de apoyo y dinamización de la Ganadería Extensiva en España, por ejemplo apoyando a “Ganaderas en la red” y no deja de desarrollar una intensa actividad para elaborar y realizar nuevas propuestas, participar en consorcios y partenariados y abrir nuevos caminos a la investigación en materia de gobernanza y sistemas agrarios, especialmente aquellos que acreditan un mayor retorno en términos de biodiversidad, servicios ambientales y desarrollo sostenible. No dejo de admirar lo que esta fundación está realizando en Valladolid y su entorno, y el ejemplo que puede dar sobre lo que se puede conseguir si realmente se trabaja con fundamento en el estudio de la alimentación de una ciudad y la activación de las zonas rurales adyacentes.
Recientemente os nombraba Ecoregió en Cataluña, como una apuesta de sostenibilidad en lo eco y lo bio, llevando la huerta a casa en las zonas aledañas a los cultivos, pero no podemos dejar de mirar la búsqueda de las salidas en Andalucía donde poco a poco sus medios rurales empiezan a despoblarse. Andaluces que tratan de quitarse el estigma del subsidio y demostrar de lo que son capaces. Cosa que creo están demostrando y con creces viendo cómo crecen sus exportaciones agrícolas en calidad y en cantidad en los últimos años. No dejo de contemplar que el campo andaluz podría alimentar a Europa, ¿sería conveniente reorientar las políticas de empleo hacia las zonas rurales, dotando de tierras y techo a familias para sanear el sistema socio económico español actual? Queda ahí una pregunta candente.
Otro ejemplo de realización rural, en el año 2009 nacía en Cabra, Córdoba “La Subbética Ecológica”, una asociación que agrupa actualmente a unas 450 familias y entidades, que son personas, productoras ecológicas y consumidoras que les apoyan, con la intención de promover la producción y el consumo ecológico y local. Con unos principios propios como son: salud, cooperación, ecología, confianza, precios estables, justos, dignos y no especulativos, por ello se han convertido en la empresa pionera de Economía del Bien Común, siendo la primera empresa andaluza auditada, con semilla 3, y la primera agroalimentaria en España. Dando un ejemplo de sostenibilidad del medio rural.
En el año 2013, en Málaga, en Cuevas del Becerro, surge una iniciativa juvenil, el proyecto estiércol, que tiene el cometido de poder mantener a los jóvenes trabajando en su pueblo sin irse a las ciudades, una iniciativa de agricultura ecológica que consiguió 5000€ de financiación de la Comunidad Económica Europea por sus características innovadoras y en la que a día de hoy, cinco socios están a punto de crear una cooperativa, un proyecto que distribuye sus alimentos eco, vendiendo sus frutas y hortalizas ecológicas en la zona.
Muchas iniciativas locales que buscan supervivir y subsistir se crean en pequeños focos, núcleos familiares buscan tomar iniciativas para seguir viviendo en su pueblo o aldea. Iniciativas que sabemos que si proceden de mujeres lo tienen más complicado a la hora de acceder a los créditos, por los avales y por las trabas con que se encuentran a la hora de arrendar una finca.
Hemos de tener en cuenta que seguimos en esa “cultura” popular en la que infravaloramos la fortaleza de la mujer a la hora de trabajar el campo. Pero dentro de esa “cultura”, si nos permitimos el lujo de exigirla que cumpla con las tareas del campo y cuide además de los niños y de los mayores, compatibilizándolo todo, y tal vez no recibiendo el valor que las corresponde, por ser capaces de tanto. ¿Queda aún en nuestro mirar el seguir contemplándolas a ratos como el sexo débil?
Podríamos considerar que aún hoy en día el salario de las mujeres andaluzas por su trabajo no es el mismo que el que reciben los hombres en el mismo puesto de trabajo. Desigualdades y más desigualdades arraigadas en la sociedad y que tienen que erradicarse a mi modo de ver, por ello las asociaciones femeninas bogan por sus derechos.
La vida continua y dentro de ese ritmo encontramos como la mujer ha sabido defender su puesto en la sociedad a la misma altura del hombre, vemos como se le da valor cada día y va ganando su libertad, su independencia y el lugar que le corresponde como par de la naturaleza masculina. En ese conseguir de la mujer, dentro de ese patriarcado cultural, vemos como la población española o mundial cambia en parte su sistema de creencias buscando comer más sano y en ese deseo se crean asociaciones rurales, cooperativas y nuevos proyectos para abastecer de productos eco a las familias y negocios de ese entorno, creando ecosistemas económicos y poblacionales sostenibles.
Como cierre, recuerdo a mi odontólogo, en una de mis consultas hablábamos de economía, y no se mostraba tan preocupado por la crisis, sino más bien por el circulante, él me decía que: “mientras el dinero circule y este compre allí y el otro allá, algo me llegará”. Por ello considero que la política de consumo, gasto e inversión en los medios rurales requiere una concienciación, una reconversión de la forma de pensar, para comprar dentro del entorno rural y dinamizar económicamente las familias de los medios rurales. Favoreciendo de este modo el flujo del dinero después hacia el sector servicios de la zona, el cual tendría que reinvertir una parte de sus ganancias en el consumo en la propia zona, generando este circulante una mayor seguridad para todos los habitantes de esa región. Una nueva cultura económica para no mirar el ahorro, es decir no mirar tanto al céntimo a la hora de comprar y si contemplar la procedencia del producto local que necesita nuestro apoyo si queremos seguir teniendo las infraestructuras sociales que tenemos en nuestro pueblo, ciudad o región en ese momento.
Todos sumamos, creamos abundancia cuando invertimos en la abundancia del de al lado.
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